Al final,
merece la pena mirar hacia atrás,
comprobar los pasos perdidos
por el largo pasillo de las sombras.
Merece la pena toparte con errores
y desencuentros,
con un par de enemigos
agazapados en el callejón del olvido.
Merece la pena sonreír
ante tu ignorancia y tu candidez
y sorprenderte a ti mismo
con tu mal carácter, tu mala leche.
Merece la pena recordar
algunos episodios médicos acabados en itis
que te revelan como mortal
y superviviente.
Merece la pena recodar
ciertos baches familiares,
naufragios y muertes,
que permaneces aún en pie,
resistente a tu propio destino.
Al final, merece la pena soñar.
Quizá encuentres algún día
un mundo distinto
-pero parecido: muy parecido-
a éste, al que vives hoy mismo.
viernes, 2 de noviembre de 2007
Merece la pena
Publicado por
Raúl Urbina
en
17:29
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Etiquetas: desasosiego, existencia, pasado
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