jueves, 25 de octubre de 2007

(Último inciso) Los cuadernos de bitácora crecen hacia arriba

Esto del orden de los cuadernos de bitácora es bonito. Se lo oía hace un par de días al profesor (y bloggero vital, poético y académico) Miguel Ángel Lama, a propósito de unas palabras de Cortázar: los blogs -decía- crecen como nosotros, los humanos. Hacia arriba.

Espero que el mío -el pobre- no se quede muy rechoncho. Habrá que darle de comer de vez en cuando.

Realidad y ficción (II)


Y continúo en una nueva entrada, por hacer más cómoda la lectura del cuaderno de bitácora, defecto que se me ha achacado (esta vez con razón) a mi relato, con más pormenores.

No creía yo que verosímil fuese idéntico a técnica realista. Pero da la casualidad de que he tenido la fortuna de pernoctar en el bonito hotel que aparece en la historia: se trata del Inselhotel Vier Jahres Zeiten, del que puede verse una foto de la famosa recepción donde nuestro personaje recibe esta extraña nota.

En fin: creo que no merece la pensa seguir pensando en estas cosas. Habrá que volverse a centrar en la historia. Porque nunca un pincho de tortilla ha dado la vuelta de forma tan radical de una vida. Quizá los descreídos necesiten también que les proporcione una foto de una tortilla española... Pero, hasta que esto de la realidad cibernética no sea multisensorial, quedaría muy sosa.

Realidad y ficción (capítulo extraliterario de la vida de Álvaro von Peregna)


Mucho he tardado en volver sobre mí mismo. Y, anonadado, me he encontrado con alguna sorpresa por el camino. Alguna ha procedido de algunos que decían ser amigos míos: he descubierto, no sin cierto desasosiego, que pensaban que me estaba inventando una historia sin sentido. Pero no es así.

La aparición misma de Álvaro von Peregna en un comentario a mi entrada la atribuían a una boutade de algún gracioso internauta. Pero -repito- no es así.

Álvaro von Peregna existe de verdad. Y el Álvaro von Peregna que hizo el comentario en el cuaderno de bitácora es el genuino y único Álvaro von Peregna. Ahora vive en España -y daremos las razones de ellos cuando lleguemos al fin de la historia--, aunque hay algunos cambios en su vida motivados por circunstancias diversas: ha castellanizado su apellido y sólo mantiene alguno de los contactos familiares y vitales que tenían en su país natal, que ahora considera de adopción.

No me produce indignación el que algún internauta descreído, desconocedor de los avatares de este insólito personaje que ocupa el protagonismo de la historia, piense que ha sido fruto de mi imaginación. Pero mis amigos saben que nunca miento. Y deberían de haberme creído.

Para el que no haya visitado nunca la apacible isla de Borkum, le recomiendo vivamente que disfrute de la bienvenida sonora que le brindará la página web, con el apacible sonido del mar y las gaviotas. La foto que abre esta entrada dará cuenta de su extrema belleza.